Mi puntuación

7
Guión
8
Dirección
7
Interpretación
8
Fotografía

«Te encontré gracias a tus ojos» – Orígenes

Cuando se mezcla lo espiritual y lo metafísico, los resultados habitualmente son contradictorios entre lo que se puede medir en metros, o gramos, y lo que se mide en lágrimas o sonrisas. Se puede poner cifras a las especies que tienen dos ojos, o puedes saber la probabilidad de que dos personas tengan el iris exactamente igual, pero no puedes contabilizar las moléculas que se transforman en mariposas revoloteando en tu estómago cuando alguien clava en tu pupila su pupila (azul, o no).

Los científicos recogen e interpretan toneladas de datos que escapan absolutamente a la mayoría de los mortales, pero que determinan que una persona sea rubia, o tenga pecas, o que un compuesto encontrado en la orina de un bebé revele un probable autismo. Pero lo que no saben es cómo hacer para evitar que una simple mirada, o el recuerdo de un perfume desencadene una revolución interna. Todo esto se escapa a los datos que están recogidos en los laboratorios. El Dr. Ian Gray es biólogo y junto a su alumna Karen, llevan a cabo un estudio para generar un ojo a partir de genes de organismos que no pueden ver. Guiado por su experimento, se topa con una modelo, Sofi, que tiene una característica muy peculiar: su iris tiene dos colores. Sofi es el polo opuesto del Dr. Gray, y mantienen una relación tan idílica como contradictoria. Tras un horrible accidente, lo que parecía una historia de amor-desamor-contrastes, da un giro radical y se convierte en un tratado sobre las emociones y la ciencia a partes iguales. Ian (interpretado por un acertado Michael Pitt) continúa años después con su proyecto sobre el estudio de los ojos, pero una coincidencia con el iris de su hijo recién nacido y un granjero de raza negra, hará que su investigación vaya por otros derroteros. Si el patrón del iris está condicionado por el cerebro, ¿qué pasa si dos personas tienen ojos exactamente iguales? La peculiaridad de los ojos de Sofi hace que sea fácil identificar si existe alguien así, y si además de los ojos, coinciden en comportamientos y en otras características menos evidentes. Ian es el único que puede comprobar si la persona con los iris de Sofi (una niña india) también tiene rasgos de su personalidad y comparte con ella algo más que un patrón. El proceso es largo y duro, supone remover recuerdos y despertar sentimientos olvidados, pero ya no hay marcha atrás y llegados a este punto, hay que sacar conclusiones del experimento. Hasta para un científico es difícil entender qué es lo que mueve el alma humana.

I origins

Mike Cahill dirige esta justa ganadora a Mejor Película en el Festival de Sitges. Un tipo de cine sin un gran despliegue técnico pero con los elementos necesarios para contar una buena historia. Plantea algunas cuestiones metafísicas que perduran después de la proyección y  está presente durante todo el film el contraste cuerpo-alma, visible-invisible, pensamientos-sentimientos.

Puede que haya alguien en la otra punta del mundo con la misma combinación de átomos del color de tu pelo, pero probablemente solo haya una persona en el mundo capaz de doblar la velocidad de tu corazón o de parar el tiempo. Toneladas de números no son suficientes para explicarlo.

Me quedo con este planteamiento:

«Quizás los humanos han mutado, igual que las lombrices, y algunos han adquirido un sentido más que les permite ver el mundo de otra manera»