Mi puntuación
Qué bien que ya casi ni se diga eso tan manido de «yo no veo cine español, es que no me gusta». Y es que»A cambio de nada», es otra de esas gratas sorpresas de nuestra industria cinematográfica, que destierran por completo esa afirmación que ha acompañado al cine español durante demasiados años.
Cómo ya se matizó en la pasada crítica de «Perdiendo el norte» ,el cine español, por fin, ha encontrado la fórmula con la que poner de acuerdo a crítica y público, y consigue que éste pague y vaya con ganas a ver nuestras películas. En esta ocasión, para ver «A cambio de nada», ópera prima del maravilloso actor Daniel Guzmán, y que en el pasado Festival de Málaga salió reforzado en su papel como director consiguiendo la Biznaga de plata; la Biznaga de oro como mejor película; Biznaga de plata al mejor actor secundario; Antonio Bachiller; y el Premio especial del jurado de la crítica.
Daniel Gúzman nos da todo en su primera obra fílmica (incluso recuerda a ese «Barrio» del mejor Fernando León de Aranoa) nos ofrece parte de su adolescencia, de sus recuerdos, de sus sentimientos, de su humildad y nos toca la fibra sensible sin necesidad de sentimentalismos varios ni efectismos baratos, y es que nueve años de duro trabajo para dar a luz esta película repleta de verdad, no podían esperar menos.
Se rodea de un reparto de pesos pesados del cine español como el grandísimo Luis Tósar, Miguel Rellán; secundarios de lujo como Maria Miguel, Felipe García Vélez, Fernando Albizu; intervenciones con pequeños papeles de Roberto Álvarez, Álex Barahona…y en definitiva, un reparto que lo da todo a cambio de la felicidad y el goce de los espectadores.
Y ahora detengámonos en las tres joyas de la corona, los jovencísimos Miguel Herrán y Antonio Bachiller; y, la ya eterna, Antonia Guzmán.
Miguel Herrán y Antonio Bachiller, esa «extraña pareja, a lo Mathaw y Lemon», el gordo y el flaco del siglo XXI, los nuevos Don Quijote y Sancho Panza, en definitiva, esas dos caras de la misma moneda, esos dos colegas que se muestran cariño -todo el del mundo- a base de collejas «cariñosas», nos ofrecen un retrato de la amistad y la complicidad verdadera y leal, sin aditivos, tal cual. Interpretaciones repletas de autenticidad, organicidad y naturalidad.
Y para naturalidad, organicidad, autenticidad, complicidad, ternura, honestidad y todo lo transmisor de buenas sensaciones nos lo ofrece Antonia Guzmán (la abuela en la realidad de Daniel Guzmán, y ahora un poco la de todos), un alarde de VERDAD, de amor profundo a su nieto por dejarse llevar en esta aventura cinematográfica, y de generosidad por otorgarnos el honor a los espectadores de disfrutar de un ser tan bello, por dentro y por fuera, en pantalla.
En definitiva, que no os podéis perder esta historia repleta de sentimientos, sensaciones, detalles…repleta de vida. ¡Bravo por Daniel Guzmán!
Sin comentarios