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Terminar el día viendo una película sin esperar que sea una obra maestra y con la única intención de distraerse, también es una sana costumbre. Sí, este es el caso, «Ahí os quedáis» es de ese tipo de historias sin nada destacable, ni para bien ni para mal. La muerte del padre congrega a toda la familia en su casa para celebrar la shivá. Siete días sin salir de casa para guardar el luto. Y una familia con problemas más convencionales de lo que parecen a simple vista. Todos los hijos acuden al funeral, cada uno con su situación personal, y lo que iban a ser siete días de luto y reflexión, se convierte en una semana de cambios, rupturas y puntos de encuentro. Uno de los hijos acaba de encontrar a su mujer en la cama con su jefe, otro lleva un año en tratamiento para tener un bebé con su mujer, la única hija se queda sola porque su marido decide volver por trabajo, y el hijo pequeño aparece con su nueva pareja (bastante mayor que él). Cada uno de los personajes va tejiendo una historia personal paralela pero que encaja perfectamente en el puzzle familiar, al que le faltan algunas piezas.

Situaciones dramáticas tratadas con total naturalidad y despojadas de todo rasgo emocional, una comedia sin demasiadas pretensiones más allá de la risa fácil y de quitar hierro a asuntos peliagudos. La madre (Jane Fonda), una escritora con turgentes pechos de silicona que tuvo su momento de gloria con un libro sobre aspectos íntimos de su familia, huye de formalismos y habla a sus hijos de aspectos muy íntimos sin ningún pudor, hasta el punto de incomodarles tanta sinceridad Cada familia es un ecosistema diferente, pero nada puede compararse al cariño de los tuyos cuando las cosas no van bien. Aunque lleves años sin verlos o no habléis muy a menudo. Al final, después de roces, reconciliaciones y de historias paralelas que van surgiendo alrededor en estos siete días de retiro, cada uno abandona el refugio familiar con la sensación de tener un nuevo punto de partida.

ahiosquedais

Nada destacable, nada imprescindible. Una comedia con tintes dramáticos que te arranca más de una carcajada y un retrato demasiado simple de la complejidad de las relaciones personales eliminando todo tipo de carga moral y sentimental. Para desconectar la mente después de un día de mucho trabajo, o pasar una tarde de lluvia bajo la manta en el sofá.