Hoy vengo a contaros la historia de un grande. Una de esas personas que me hacen seguir creyendo en el cine de nuestro país, y que nos hace ver que no estamos tan lejos de la gran industria cinematográfica llamada Hollywood. Fuera de los focos de las grandes figuras del cine y su glamour, se encuentra Emilio Ruiz del Río, un madrileño que fue capaz de hacer magia en Hollywood.

mago

Emilio Ruiz del Río (Madrid, 11 de abril de 1923 – 14 de septiembre de 2007), pintor, decorador, maquetista, experto en efectos especiales y visuales y director artístico español, considerado entre los mejores del mundo en la especialidad de pintura sobre cristal y uno de los grandes genios de la utilización de miniaturas y maquetas.

Puede que no haya sido una gran estrella, o no del modo al que estamos acostumbrados, pero sí que ha trabajado con muchos de ellos. Emilio Ruiz del Río trabajó, y se dice pronto, en Espartaco (Stanley Kubrick), Rey de reyes (Nicholas Ray), Cleopatra (Joseph L. Mankiewicz), La caída del Imperio Romano (Anthony Mann), Lawrence de Arabia (David Lean), Doctor Zhivago (David Lean), Golfus de Roma (Richard Lester), Patton (Franklin J. Schaffner), Conan el Bárbaro (John Milius), Dune (David Lynch) y El laberinto del fauno (Guillermo del Toro), entre otras. Casi nada.

Todo comenzó en 1942 en los estudios Chamartín de Madrid. Allí ejerció de dibujante y pintor de dorados y forillos, que no es ni más ni menos que el telón que cuelga detrás de los escenarios para dar amplitud a las escenas.

De niño, descubrió su vocación en un espectáculo de marionetas, y muchos de los enormes carteles que anunciaban las películas de los cines de la Gran Vía madrileña, llevaban su firma. En los sesenta comenzó a trabajar en Italia, cuando este país era una potencia cinematográfica, y a partir de los ochenta, con Dino de Laurentiis en superproducciones norteamericanas.

Aunque este sector es el más desagradecido del cine, estuvo diez veces nominado a los Premios Goya, siete de ellas logradas de forma consecutiva… ganó tres Premios Goya.

Indagando en sus proyectos, me ha sorprendido muchísimo su forma de trabajar y en especial, la recreación del atentado de Carrero Blanco perpetrado por ETA en la película de 1978, Operación Ogro. La secuencia resultante fue de tal nivel de veracidad, que durante años ha sido usada en telediarios y documentales para ilustrar el atentado. Tres réplicas del coche en el que viajaba Carrero Blanco fueron necesarias para que la miniatura del coche hiciera la parábola perfecta que hizo que golpeara contra la cornisa del edificio de la madrileña calle de Claudio Coello construida a escala también, y de ahí, al patio interior.

Sigfrid Monleón se ha encargado de dirigir el documental «El último truco», en el que se cuenta la vida de este ilusionista madrileño:

Él no quería que fuera un documental de gente que hablara bien de él. Por eso hemos hecho un esfuerzo para que cuente su trabajo sin necesidad de narrador. Era un personaje quijotesco, el último de su estirpe, un clásico vivo, una persona entregada a la belleza de lo efímero. Tenía el espíritu de los pioneros del cine, que debían resolver los obstáculos de la forma más económica, a la vez que expresiva, construyendo sus planos como se han construido las imágenes del cine desde los inicios, de forma anónima y artesanal. Ojalá que la película sirva, a través de él, para que el cine no pierda la magia que tuvo, para que pueda seguir siendo lo que fue.

Si eres amante del cine te encantará ver este documental. Una hora y media de puro amor a esta profesión.

¡No os lo perdáis!