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La medicina vuelve a tener un hueco muy digno en la pequeña pantalla
Una de esas series que para muchos resulta una completa desconocida y que además tampoco se emite en uno de los canales más de moda. Esto podría significar que estamos ante un producto cualquiera, pero desde luego no es el caso de The Knick. Para empezar, tenemos en la silla de director a Steven Soderbergh nada menos, un gran conocido de Hollywood y que tiene a sus espaldas películas tan míticas como Traffic o Sexo, mentiras y cintas de vídeo, además de la taquillera saga de Ocean’s. El actor protagonista tampoco nos resulta menos conocido, Clive Owen (Los hijos de los hombres, Sin City, Closer). Si bien podríamos decir que los dos se suben al carro de esos actores de cine que empiezan a pasarse a la (ya no tan) pequeña pantalla, no sería tampoco del todo correcto, al menos en el caso de Soderbergh, que ya dirigió en más de una ocasión para televisión.
La historia
The Knick nos traslada al New York del año 1900, en el hospital Knickerbocker más concretamente y que da título a la serie. Allí se centra la historia entornos a los médicos, enfermeras y otros trabajadores del hospital, empezando por el cirujano John Thackery (Owen). Apenas pasados unos minutos en el primer episodio, veremos que el afamado médico es además un adicto a la cocaína, que utiliza para trabajar horas sin descanso y a un ritmo frenético que le irá pasando factura.
A medida que la historia avanza, el espectador va ganando perspectiva en lo que era la sociedad de principio de siglo desde todos los ámbitos, tanto de la riqueza como de la pobreza, y sobre todo en los métodos empleados en una medicina que estaba a mucha distancia de lo que conocemos hoy en día. Tanto que a veces es difícil pensar que pudiesen curar a nadie con aquellos procedimientos (desde luego en muchas ocasiones no lo lograban claro) y que en gran parte de las ocasiones dejaban trastornos en los pacientes.
Otro de los aspectos que trata la serie es el racismo todavía existente en aquella época, especialmente representado en la figura del doctor Algernon Edwards (André Holland), un recién llegado al «circo» que regenta el personaje de Owen y que tendrá que buscar su propio hueco en el hospital y no precisamente de una manera fácil.
La fórmula
Viendo la historia que trata The Knick, cualquiera podría pensar que es otra más de médicos simplemente trasladada a otra época, pero no es este caso. Soderbergh ha querido desmarcarse trasladando su estilo cinematográfico a las pantallas de televisión y esto queda patente en cada capítulo. Ninguno de ellos ha sido rodado individualmente como se suele hacer al grabar una serie, todo ha sido rodado por localizaciones y escenarios como si de una gran película se tratara, una muy larga (de casi 10 horas prácticamente). Esto no sería difícil si los personajes fuesen planos y sin evolución en el tiempo, pero tampoco ocurre así, al contrario, más bien resulta un reto interpretativo para los actores que dan vida a esos personajes, y que han tenido que cambiar de registro dependiendo del momento.
A todo esto hay que añadirle un guión más que decente (no es comparable a las grandes series ganadoras de Emmys en ese sentido), y una fotografía muy destacable también, sin grandes planos visuales pero con muchos detalles que dan a la serie una ambientación especial.
La música
Hay que hacer una mención especial para uno de los mejores aspectos de esta serie (al menos para este que suscribe), la banda sonora compuesta por Cliff Martinez. Viendo la larga relación que mantienen director y compositor (hasta diez veces han trabajado juntos) no es de extrañar que el resultado de ambos sea una perfecta compenetración, creando en este caso una atmósfera totalmente hipnótica que consigue llevar al espectador a otro lugar durante los 50 minutos aproximados de cada capítulo.
Conclusión
En esta primera temporada de The Knick, Soderbergh y el reparto encabezado por Clive Owen, dejan un buen sabor de boca con un producto muy cuidado y algo diferente a lo que nos tienen acostumbrados últimamente, así que bien merece la pena darle una oportunidad. Yo ya espero con ganas a que regresen, aunque quede casi un año para eso…